23.8.05

La fiesta de los Locos...

La Fiesta de los locos -o de los sabios-, kermesse hermética, procesional, que salía de la iglesia con su papa, sus dignatarios, sus devotos y su pueblo -el pueblo de la Edad Media-, ruidoso, travieso, bufón, desbordante de vitalidad, de entusiasmo y de ardor-, y recorría la ciudad... Sátira hilarante de un clero ignorante, sometido a la autoridad de la Ciencia disfrazada, aplastado bajo el peso de una indiscutible superioridad. ¡Ah Fiesta de los Locos con su carro del Triunfo de Baco, tirado por un centauro macho y un centauro hembra, desnudos como el propio dios, acompañado del gran Pan; carnaval obsceno que tomaba posesión de las naves ojivales! Ninfas y náyades saliendo del baño; divinidades del Olimpo, sin nubes y sin enaguas: Juno, Diana, Venus y Latona, dándose cita en la catedral para oír misa! ¡Y qué misa! Compuesta por el iniciado Pierre de Corbeil, arzobispo de Sens, según un ritual pagano, y en que las ovejas de 1220 lanzaban el grito de gozo de las bacanales: ¡Evohé! ¡Evohé!, y los hombres del coro respondían, delirantes:

Haec est clara dies clararum clara dierum!
Haec est festa dies festarum festa dierum.
(¡Este día es célebre entre los días célebres!
¡Este día es de fiesta entre los días de fiesta!)

Texto robado de por ahí, para intentar dar un panorama de lo que eran estas curiosas celebraciones medievales, que quiero conmemorar... Fiesta pagana, cuasi herética, pero en las que el clero en su totalidad participaba junto con la plebe.

Una prostituta dando un sermón, desnuda, desde el púlpito de la Catedral; un obispo, disfrazado de bufón, saltando por los pasillos de la misma, con los ojos perdidos y la lengua expulsada de su madriguera... Pobres, de una pobreza humillante, sentados en los asientos más privilegiados junto a los altares, simulando (y creyendo) ser importantes; un joven caballero, en un callejón oscuro, dejándose tentar por los impúdicos placeres de una Venus dudosa... Carretas dionisíacas derramando vino sobre los transeúntes... Gritos, carcajadas, disfraces, libido, ebriedad, inconciencia, levedad, liberación...

Esto, amigos, es "La Fiesta de los Locos", donde toda compostura desaparece, donde no hay leyes ni cánones, ni nada, que nos obligue a obrar. Permitido está todo... Durante ella, nada de lo que hagas puede ser juzgado ni castigado, pues no has sido tú quien lo ha hecho, sino la injerencia de la más absoluta LOCURA.

18.8.05

Esa imperiosa necesidad de comunicarse

El otro día me puse a leer el Blog del Gordo Casero, que encontré revisando su web (que, dicho sea de paso, recomiendo absolutamente visitar: WEB), y me interesó mucho la onda de esto.

Nunca había leído un bolg, a pesar de haber oído hablar mucho de los mismos. Todavía hoy, a pesar de tener el mío, no tengo bien en claro cómo se usa ni para qué sirve. Pero creo comprender que estamos ante un fenómeno mediático que tiene como causa una de las más primarias necesidades del ser humano: "Comunicarse".

Desde que existe el homo sapiens que ha necesitado compartir con sus pares esas vertiginosa maraña de cosas que le zumban en el craneo y las entrañas.

La razón de esto, probablemente sea que uno no puede llegar a "explicarse" por sus propios medios. Tan compleja es la criatura humana que ella misma se asombra al verse y explorarse, y de ingenua manera intenta que otra individualidad lo entienda y lo explique (¿Les suena la Psicología?)... o bien que le demuestre al menos que comparte quizá similares sentimientos... En definitiva, que busca que le den la venia que indique que no tiene por qué preocuparse, que es alguien normal, igual de loco y desquiciado que todos los demás miembros de su especie.

Pues bien, acá me tienen imposibilitado de escapar de la necesidad ancestral y elemental de dar a conocer al resto de los mortales los misterios que me atormentan, a través de cualquier medio lícito...

Plata para editar un libro no tengo, ni la constancia para escribirlo. Razón por la cual, mi modesta prosa está destinada a volverse inmaterial en el espeluznante mundo de la Internet... donde su porvenir es tan incierto como intrigante. ¿Quién sabe si de acá a doscientos años no haya gente que lea mi blog? Y si no ¡no importa! muchos libros también nacen destinados a morir en el olvido... El tiempo es implacable.

Saludos.-