Siendo hoy el día de la madre, como ya no tengo la fortuna de poder disfrutarla estando con ella en su día, ni siquiera de poder hacerle un regalito, me decidí al menos por obsequiarle un humilde homenaje, publicando uno de sus tantos versos, recordando así su sensibilidad y ese amor por estos pagos que nunca la abandonó a lo largo de su vida.
Se trata de un poema que me escribió, a modo de legado, cuando yo todavía retozaba dentro de su panza. Legado que, a pesar de los tiempos funestos que vive mi patria y la vorágine de estos "tiempos modernos" donde parece que ya no hay lugar para estos sentimientos, espero nunca dejar de honrar... no sólo por querer de ese modo cumplir con su anhelo, sino también por ser un convencido de que todo amor ennoblece, y el amor por la patria especialmente.
PATRIA MÍA
Patria mía, la remota,
la bárbara y verdadera,
la que duerme y sueña sueños
de guerrilla montonera.
Patria mía, vasta cuna
de Peñaloza y Varela,
y de todo el caudillaje
que defendió tu bandera.
Para el hijo que mi vientre
va a regalarte quisiera
que le enamores el alma
para que siempre te quiera.
No anhele su corazón
al traspasar tus fronteras,
porque enredado lo tenga
entre cardos y moreras.
Déjalo que se enamore
de tu Pampa y tu Pampero,
de la sombra de tu ombú
y del canto del jilguero.
Del agua de cada arroyo,
del yuyo de cada sierra,
del galopar de la tropa
sobre el tambor de la tierra.
Que con respeto y unción
recuerde a los Granaderos,
también a Martín de Güemes,
y a sus gauchos montoneros.
Que no olvide qué ocurrió
en la vuelta de Obligado,
cuando en las verdes barrancas
el aire fue colorado.
Y que ostente para siempre,
sobre su pecho grabada,
esa celeste bandera
por su madre tan amada.
Madre, Patria, Patria, Madre…
No es cosa diferenciada
para los nobles varones
de ésta mi pampa sagrada.
Clara Tezanos Pinto (1976)